Saltar o no saltar

Cuando Tomás abrió sus ojos encontró la habitación cubierta por un ambiente enrarecido, sombrío y desolador. Se levantó del suelo y abrió la ventana que daba hacia la Calle 26. Vivía en el sexto piso de un edificio vetusto y desvencijado que literalmente se estaba cayendo a pedazos.
  Al asomar su cara recibió una bofetada de viento frío. Respiró hasta llenar de aire y humo de los buses de Transmilenio sus pulmones maltrechos por el consumo de cigarrillo. Miró hacia la calle y se preguntó «¿saltar o no saltar?». El tocadiscos todavía funcionaba. Reproducía Say Hello To Heaven de Temple Of The Dog, en la poderosa voz de Chris Cornell. Nuevamente Tomás se preguntó «¿saltar o no saltar?».
  Volvió su cuerpo hacia el pequeño estante de libros. Tomó La nieve del almirante de Álvaro Mutis, lo ojeó rápidamente y buscó en sus páginas una foto de sus padres. Era una imagen de su viaje a Cartagena cuando él contaba con apenas 5 años de edad. Apretó la fotografía contra su pecho y se aproximó de nuevo a la ventana. Sobre la acera un puñado de personas levantaba la vista y señalaba hacia la ventana de Tomás. «¿saltar o no saltar?», pensó. «Saltar», se dijo.
  Se sentó en el borde de la ventana, abrió los brazos y se sintió como una estrella de rock de las que tanto admiraba. Saltó.
  El golpe seco vino acompañado de varios gritos y de un soplido fuerte que salió despedido por las bocas del colchón de aire que habían puesto los bomberos. Ellos trataban de controlar el incendio que amenazaba con expandirse a los edificios aledaños. Tomás se levantó y, tras un chequeo por parte de los paramédicos, se apartó de la zona para buscar un teléfono y llamar a sus padres con quienes llevaba años sin hablar.   

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al mismo tiempo

Ambulante