Al final...
Bogotá, 12 de diciembre de 2012. Queridos mamá, papá, Renata y amigos. Parece absurdo que les escriba esta carta, soy consciente de que no es la mejor manera, que van a quedar muchas dudas. Lo entiendo perfectamente y pido perdón por eso. Voy a repasar algunos detalles pequeños de mi vida para que se hagan a una idea del por qué de mi decisión. No espero que la entiendan, pero sí que la respeten. A mi mamá le debo la vida, ella es una mujer que me ha enseñado todo lo que sé. Siempre valoré sus esfuerzos. Aunque debo reconocer que fui un verdadero idiota en mi juventud y que hice cosas de las cuales no me siento orgulloso. Considero que fue por ella, por mi mamá, que jamás traspasé ciertos límites. Aunque hice muchas locuras, repito, no me siento orgulloso, pero tampoco me arrepiento, porque todo lo que hice me formó en la persona que soy ahora. Recuerdo mis fiestas de cumpleaños, mis navidades, incluso mis enfermedades. Sin su cuidado, hubiera muerto antes d